El País (14/04/2008)
Que un tebeo trate del alzhéimer, el autismo o el sida puede parecer una frivolidad casi ofensiva. Sin embargo, basta una lectura de obras como Arrugas, de Paco Roca (Astiberri), para comprender que la narrativa gráfica puede expresar sentimientos que difícilmente podrían plasmarse con otro medio.
En esta obra, el autor narra la historia de Emilio, un anciano con alzhéimer ingresado en una residencia. Sin sensiblerías, Roca muestra el proceso degenerativo de la enfermedad, la lucha del individuo contra la pérdida de su propia identidad. Un trabajo en el que intenta en todo momento que el lector ponga la imagen de los momentos más duros, con elipsis que provocan un mayor desasosiego.
"No quería tratar específicamente el alzhéimer, sino hablar de la vejez, de algo a lo que debemos enfrentarnos de forma ineludible, por lo que quería evitar imágenes de lágrima fácil o impactantes; que fuese el lector el que las imaginase", dice el autor. Para ello Roca ha investigado en las residencias geriátricas y tomado contacto directo con enfermos de alzhéimer, algunos muy próximos a él.
Este peregrinaje le permite no caer en tópicos al hablar de una enfermedad que afecta a más 700.000 personas en España y que se prevé que tendrá un avance espectacular en las próximas décadas.
Amor y VIH
Pero no es Arrugas la única historia que demuestra que el formato cómic puede abordar este tipo de temas. Muchos recordarán el vital mensaje de Píldoras azules, de Frederick Peeters, que cuenta la historia de amor de su autor con su pareja y el hijo de ésta, ambos con VIH. Un relato que pone sobre la mesa los temores comunes sobre una enfermedad demonizada como una condena de muerte y que el autor va derrumbando uno a uno.
El alzhéimer es también el núcleo de Historias del olvido, una narración con guión de Javier de Isusi y Luciano Sarracín que desarrolla el impacto de la enfermedad sobre las relaciones entre diferentes personas. Un relato coral ilustrado por algunos de los mejores autores españoles, como David Rubín, el propio Paco Roca, David Lafuente o Álex Orbe, que toma el olvido como eje del desarrollo de las conexiones entre las personas.
Más íntima es María y yo, de Miguel Gallardo, en la que el reconocido ilustrador y creador del inolvidable Makoki nos cuenta unos días de vacaciones que pasa junto a su hija María. Una niña que "tiene 12 años, una sonrisa contagiosa, un sentido del humor especial y tiene autismo". Una palabra que su padre sabe despojar de mitos en una historia de contagioso optimismo donde María es mostrada como lo que es: "Una niña única, como todos los demás".
Tebeos que consiguen transmitir al lector una visión completamente distinta de estas enfermedades, sin perder un ápice de realismo, pero desmoronando las leyendas y miedos que generan.
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