viernes, 18 de abril de 2008

La anorexia también existe en jubilados y personas mayores

Pueden comenzar con una depresión y derivar en una anorexia. Solos en casa, sin nadie que les vigile, los mayores comienzan a perder el apetito. También hay quien arrastra una alteración alimentaria desde su juventud y en la tercera edad la desarrollan de nuevo. Son sólo dos ejemplos de los diferentes casos que los médicos están empezando a detectar entre la población valenciana mayor de 65 años.

“Se dan muchos trastornos alimentarios, como la anorexia o la compulsión alimentaria, fruto de la ansiedad, la frustración o la no superación de un problema”, explicó ayer la directora del Instituto de Medicina Avanzada de Valencia, Teresa Añón. La nutricionista realizó estas declaraciones durante una charla organizada por Caja Madrid en el Ateneo Mercantil.

En la actualidad, cerca del 1,8% de la población valenciana mayor de 65 años padece anorexia, según las estimaciones de la doctora Añó. Médico endocrino, Añó aseguró que el número de pacientes mayores con estas patologías ha crecido en los últimos tiempos. “Son trastornos propios de la civilización en la que vivimos, la de la cultura de la opulencia”, resaltó la doctora.

El deseo por conservar la belleza pasada o por permanecer “eternamente” joven puede conducir a quienes les cuesta envejecer a caer en estas enfermedades. “La gente se acepta bastante bien a estas edades, pero siempre preferirían verse como eran antes”, advirtió Teresa Añó.

La doctora Taciana Valverde, de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital San Juan (Alicante), consideró que en estas edades crece mucho la insatisfacción respecto al físico, sobretodo en las mujeres. “Cada vez vienen más personas mayores porque siguen socialmente muy activas, la esperanza de vida ha aumentado y hay una mejora de su calidad de vida”, apuntó la doctora Valverde en conversación con LAS PROVINCIAS.

La profesional médico del hospital alicantino recuerda que este sector de la población sigue “los mismos modelos estéticos” que el resto de la sociedad, por lo que están muy expuesto a los mensajes publicitarios y al bombardeo de la industria cosmética y farmacéutica. En este sentido, el Defensor del Mayor del Ayuntamiento de Valencia, Vicente Pruñonosa, dijo pertenecer a “una generación privilegiada, en la que lo importante es envejecer con salud”.

Sin embargo, los caminos de acceso a las alteraciones alimentarias son diversos, según el trabajo de la doctora Añó. “El 80% de los casos se da en personas que sufrieron anorexia en su etapa de juventud”, señaló Teresa Añó.

Cambios familiares bruscos como el fallecimiento de la pareja, el conocido como síndrome del nido vacío (cuando los hijos se independizan) o los inicios de procesos mentales degenerativos (alzheimer o demencias) también pueden originar dichos trastornos.

“Cuando abres su nevera y sólo encuentras un trocito de queso y dos huevos, ahí hay un problema”, aclaró la doctora Añó. El control de su alimentación, su aspecto físico (la dejadez o la falta de aseo es un síntoma) y la cesta de la compra que realiza son algunas pistas para poder descubrir si el mayor se encuentra en situación de enfermedad.

“La gente mayor está mal alimentada en déficit. Dejan de comer un menú completo cuando ellos necesitan más proteínas, más calcio y masticar mejor”, señaló la doctora Añó. Como Enrique Sánchez, de 80 años, que se confesó enemigo de muchos productos por las molestias que le origina su dentadura.

“Lo importante es cuidarse. Yo voy a cumplir los 80 años, como bien y camino un poquito todos los días”, manifestó María López, vecina de Valencia. Mª. Dolores Descals, de 70 años, contó que sale “todos los días al mercado” y procura cocinarse platos “de caliente”. Los dos testimonios son buenos ejemplos de las rutinas que deben seguir los mayores -sobretodo los que viven solos- para evitar estas patologías.

En cuanto a las enfermedades mentales, los pacientes dejan de comer como parte del proceso degenerativo al que están expuestos. “Es muy frecuente que se den casos de anorexia porque se altera su capacidad de autocuidado y tampoco se acuerdan ya de peinarse o vestirse”, confirmó la doctora Valverde, del Hospital San Juan de Alicante. “No siguen los patrones de la tipología nerviosa, sino que pierden todo apetito”, añadió la médico Taciana Valverde.

[Fuente: lasprovincias.es]

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